miércoles, 17 de febrero de 2016

Shakespeare: Hamlet (ser o no ser)

  • Hamlet:   ¡Ser, o no ser, es la cuestión!—¿Qué debe
  • más dignamente optar el alma noble
  • entre sufrir de la fortuna impía
  • el porfiador rigor, o rebelarse
  • contra un mar de desdichas, y afrontándolo
  • desaparecer con ellas?
  • Morir, dormir, no despertar más nunca,
  • poder decir todo acabó; en un sueño
  • sepultar para siempre los dolores
  • del corazón, los mil y mil quebrantos
  • que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
  • concluir así! Morir... quedar dormidos...
  • Dormir... tal vez soñar!—¡Ay! allí hay algo
  • que detiene al mejor. Cuando del mundo
  • no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños
  • vendrán en ese sueño de la muerte!
  • Eso es, eso es lo que hace el infortunio
  • planta de larga vida. ¿Quién querría
  • sufrir del tiempo el implacable azote,
  • del fuerte la injusticia, del soberbio
  • el áspero desdén, las amarguras
  • del amor despreciado, las demoras
  • de la ley, del empleado la insolencia,
  • la hostilidad que los mezquinos juran
  • al mérito pacífico, pudiendo
  • de tanto mal librarse él mismo, alzando
  • una punta de acero? ¿quién querría
  • seguir cargando en la cansada vida
  • su fardo abrumador?... Pero hay espanto
  • ¡allá del otro lado de la tumba!
  • La muerte, aquel país que todavía
  • está por descubrirse,
  • país de cuya lóbrega frontera
  • ningún viajero regresó, perturba
  • la voluntad, y a todos nos decide
  • a soportar los males que sabemos
  • más bien que ir a buscar lo que ignoramos.
  • Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos
  • haces unos cobardes, y la ardiente
  • resolución original decae
  • al pálido mirar del pensamiento.
  • Así también enérgicas empresas,
  • de trascendencia inmensa, a esa mirada
  • torcieron rumbo, y sin acción murieron.
  • Hamlet:   Ser o no ser, la alternativa es esa!
  • Si es a la luz de la razón mas digno
  • sufrir los golpes y punzantes dardos
  • de suerte horrenda, o terminar la lucha
  • en guerra contra un piélago de males.
  • Morir; dormir. No mas, y con un sueno
  • pensar que conluyeron las congojas,
  • los mil tormentos, de la carne herencia,
  • debe termino ser apetecido.
  • Morir; dormir. Dormir? Sonar acoso!
  • Ah! la remorsa es esa; pues que suenos
  • podrán ser los que acaso sobrevengan
  • en el dormir profundo de la muerte,
  • ya de mortal envuelta despojados,
  • suspende la razon: ahi el motivo
  • que a la desgracia da tan larga vida.
  • Quien las contrariedades y el azote
  • de la fortuna soportar pudiera,
  • la sinrazon del despota, del vano
  • el ceno, de la ley las dilaciones,
  • de un amor despreciado las angustias,
  • del poder los insultos, y el escarnio
  • que del menguado el merito tolera,
  • cuando el mismo su paz conseguiría
  • con un mero puzon? Quien soportara
  • cargas que con gemidos y sudores
  • ha de llevar en vida fatigosa,
  • si el recelo de un algo tras la muerte,
  • incógnita región de donde nunca
  • torna el viajero, no turbara el juicio
  • haciéndonos sufrir el mal presente
  • mas bien que un busca ir de lo ignorado?
  • Nuestra conciencia, así, nos acobarda;
  • y el natural matiz de nuestro brío,
  • del pensar con los pálidos reflejos
  • se marchita y así grandes empresas
  • y de inmenso valer su curso tuercen
  • y el distintivo pierden de su impulso.
  • Pero silencio. La gentil Ofelia!
  • Ah ninfa! En tus plegarias
  • que todos mis pecados se recuerden.

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