Shakespeare: Hamlet (ser o no ser)
- Hamlet: ¡Ser, o no ser, es la cuestión!—¿Qué debe
- más dignamente optar el alma noble
- entre sufrir de la fortuna impía
- el porfiador rigor, o rebelarse
- contra un mar de desdichas, y afrontándolo
- desaparecer con ellas?
- Morir, dormir, no despertar más nunca,
- poder decir todo acabó; en un sueño
- sepultar para siempre los dolores
- del corazón, los mil y mil quebrantos
- que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
- concluir así! Morir... quedar dormidos...
- Dormir... tal vez soñar!—¡Ay! allí hay algo
- que detiene al mejor. Cuando del mundo
- no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños
- vendrán en ese sueño de la muerte!
- Eso es, eso es lo que hace el infortunio
- planta de larga vida. ¿Quién querría
- sufrir del tiempo el implacable azote,
- del fuerte la injusticia, del soberbio
- el áspero desdén, las amarguras
- del amor despreciado, las demoras
- de la ley, del empleado la insolencia,
- la hostilidad que los mezquinos juran
- al mérito pacífico, pudiendo
- de tanto mal librarse él mismo, alzando
- una punta de acero? ¿quién querría
- seguir cargando en la cansada vida
- su fardo abrumador?... Pero hay espanto
- ¡allá del otro lado de la tumba!
- La muerte, aquel país que todavía
- está por descubrirse,
- país de cuya lóbrega frontera
- ningún viajero regresó, perturba
- la voluntad, y a todos nos decide
- a soportar los males que sabemos
- más bien que ir a buscar lo que ignoramos.
- Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos
- haces unos cobardes, y la ardiente
- resolución original decae
- al pálido mirar del pensamiento.
- Así también enérgicas empresas,
- de trascendencia inmensa, a esa mirada
- torcieron rumbo, y sin acción murieron.
- Hamlet: Ser o no ser, la alternativa es esa!
- Si es a la luz de la razón mas digno
- sufrir los golpes y punzantes dardos
- de suerte horrenda, o terminar la lucha
- en guerra contra un piélago de males.
- Morir; dormir. No mas, y con un sueno
- pensar que conluyeron las congojas,
- los mil tormentos, de la carne herencia,
- debe termino ser apetecido.
- Morir; dormir. Dormir? Sonar acoso!
- Ah! la remorsa es esa; pues que suenos
- podrán ser los que acaso sobrevengan
- en el dormir profundo de la muerte,
- ya de mortal envuelta despojados,
- suspende la razon: ahi el motivo
- que a la desgracia da tan larga vida.
- Quien las contrariedades y el azote
- de la fortuna soportar pudiera,
- la sinrazon del despota, del vano
- el ceno, de la ley las dilaciones,
- de un amor despreciado las angustias,
- del poder los insultos, y el escarnio
- que del menguado el merito tolera,
- cuando el mismo su paz conseguiría
- con un mero puzon? Quien soportara
- cargas que con gemidos y sudores
- ha de llevar en vida fatigosa,
- si el recelo de un algo tras la muerte,
- incógnita región de donde nunca
- torna el viajero, no turbara el juicio
- haciéndonos sufrir el mal presente
- mas bien que un busca ir de lo ignorado?
- Nuestra conciencia, así, nos acobarda;
- y el natural matiz de nuestro brío,
- del pensar con los pálidos reflejos
- se marchita y así grandes empresas
- y de inmenso valer su curso tuercen
- y el distintivo pierden de su impulso.
- Pero silencio. La gentil Ofelia!
- Ah ninfa! En tus plegarias
- que todos mis pecados se recuerden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario